martes, 20 de septiembre de 2011

El gigante que se veía enano


Gimnasia en una fábula sería un gigante que actúa como un enanito. El hincha de Gimnasia, muchas veces desvaloriza lo propio. Los logros ajenos, los asiente, los ratifica y cuando algo bueno le sucede al Lobo: le busca la quinta pata al gato.

Si moviliza 15.000 personas para un partido en horario laboral y por un partido que no es por la punta del torneo y el equipo no gana: siempre aparece un “derrotista” que dice: ¿para qué sirvió? Sin entender que ese respaldo, bien usado, que inclusive vale más allá de un resultado, es lo que te puede dar otro tipo de respaldos.

Si instalas la fidelidad como sello, como slogan, como parte de la identidad, no van a faltar, por ejemplo, las marcas importantes que van a querer ser parte de algo así. Hay clubes que crearon una imagen seria, confiable, más allá de errores y entonces logran apoyos y crecimiento que los lleva a potenciar triunfos y que sus traspiés apenas se vean.

Pero para lograr cosas así hay que dejar de pensar como enano. ¿Qué es pensar en enano? La formula que nos llevó a perder y perder deportivamente y a tener un club donde desde lo dirigencial, hace años, no son capaces de construir nada que genere ingresos, orgullo o prestigio. Pensar como enano es poner ocho cartelitos de lona, a ver quien ayuda un poquito en lugar de poner un enorme cartel, prolijo, impactante que se vea en todos lados y que entonces realmente invite a grandes empresas a acercarse. Gimnasia se baratea solo. Pensar como enanito es repetir aquello de diez, once jugadores a préstamo, que a veces ni juegan, en lugar de traer solamente dos o tres jugadores muy buenos y apuntalar y apoyar a los chicos de inferiores.

El gigante cree que no puede, se aprecia como enano, por eso no puede. Se le ha metido en la cabeza, aunque vea construir a clubes con muchísimo menor potencial, menor convocatoria, menor historia, igual piensa que no puede, que no se lo merece, que él no va a llegar.

El gigante no cree en su fuerza y piensa que siempre lo tendrán que “salvar”. Busca salvadores y no proyectos. Tiene el Bosquecito, tiene un estadio propio, tiene Estancia, tiene miles de socios, tiene leyendas, pero a la hora de armar un equipo, de proyectar obras, de pensar en el club, lo hace como enano, busca el atajo, se aferra el obstáculo de “seguro no se puede” y pareciera que cierto sector, está esperando que algo malo pase.

El enano no entiende que los equipos y sus resultados son lo más visible de una estructura y se queda en el efecto y no ve la causa. No quiere ver que cuando regala la localía, está demostrando un serio complejo de inferioridad, está diciendo “no puedo recibir en mi propia casa a quienes son “grandes”. Él mismo se achica. Y eso, inconcientemente, también se va metiendo en la cabeza de los jugadores. Se les pide grandeza sin brindar el ejemplo, al contrario. Con esos actos estás diciendo “no soy gigante, soy enano”. Tengamos en cuenta que la grandeza no está en la altura, ni en la fuerza, sino en lo alto que podes llegar y cómo utilizas tu fuerza.

Cuando se jugó la segunda promoción con Rafaela, los hinchas de la “crema” se agarraban la cabeza ¡otra vez con Gimnasia! Decían. Porque ven a Gimnasia como lo que es: grande de verdad. Nosotros no. Nosotros decíamos “uuh, otra vez con Rafaela”…

Un gigante que actúa como pigmeo, que no es consciente de su fuerza, que descree sus posibilidades, eso es Gimnasia.

Uno mira en Estancia Chica y piensa en si hubiera gente trabajando, con la meta de llevar proyectos sociales, por ejemplo: agregar juegos alrededor de la pileta, mejorar las parrillas, luchar porque los micros lleguen mucho más cerca y seguido, poner una laguna artificial de pesca y todo eso publicitarlo mucho, venderlo. Uno imagina más y nuevos socios, más ingresos, veranos y fines de semana bien triperos.

Y uno mira el Bosquecito y piensa si realmente se trabajara por sumar a todos los pibes de la zona y un poco más, que estén todos con la camiseta de Gimnasia y siempre invirtiéramos allí, el futuro de ellos sería mejor y tendríamos más posibilidades de formar jugadores, más triperos, más socios a futuro. Centralizar allí el fútbol infantil, que Berisso, Villa Arguello, Magdalena, Ensenada, Punta Lara, tenga pibes que conozcan el Bosquecito, la oportunidad de ir, de jugar y de llevarse la camiseta de Gimnasia. Darles la oportunidad de enamorarse de Gimnasia.

Y duele el desperdicio de tener un estadio en un punto estratégico pero que no se apuntala y además con formas de publicidad obsoletas y obvia falta de imaginación y la pileta sin techo… Con lo que se gastó tiempo atrás en jugadores de paso, sin compromiso por el club, hoy esa pileta sería la mayor techada de la zona, hubiéramos sumado más socios y dado más servicios a la comunidad platense y con más gente, se suman nuevos negocios, por ejemplo vender comida, ropa. Y uno ve clubes de barrio, donde un restaurante ofrece pocos pero platos abundantes y en donde hay que pedir mesa con días de anticipación, clubes que ganan mucho dinero con eso y van creciendo. Precio económico y buena comida para muchos, así de simple. Y mientras tanto en Gimnasia no hay nada, no ofrece nada, no busca, no trabaja para ver si hace algo así. Más socios: más ingresos. Más ingresos: más presupuesto fútbol de inferiores. Mejor fútbol de inferiores: más probabilidades de tener mejores equipos.

Pero parece que hasta ahora al menos, siempre el enano piensa con temor y tiene esta incoherencia: se baratea como institución pero encarece el costo a los más fieles. Cree que es mejor 4 que pongan $20 que 100 que pongan $2 y no se da cuenta del error, de lo que pierde. Gimnasia vende camisetas caras, cobra bonos, no busca convenios, no busca generar espacios y actividades populares que traigan dinero. Solamente, como un enanito, mendiga a la espera de donaciones y sube precios e impone bonos a los socios.

Vamos a construir entre todos un espejo, un espejo bien grande que el gigante se de cuenta quién es, que actúe pensando como gigante, que sueñe con proezas gigantes, que no es sólo el problema de una comisión, ni de varias, es de todos los que piensan que Gimnasia no puede, no merece, tiene mala suerte, no sirve nada de lo que hace su gente. Es el problema de los que no ven que no importa que cambie la figurita de turno, porque lo que tiene que cambiar es el modelo, la forma de hacer las cosas.
Da lo mismo el nombre del presidente, sus modales, su edad, la plata que tenga en el bolsillo, si a la hora de ser directivo: piensa en una “casita” para enanos, va por el atajo para no cansarse por el camino, le echa la culpa siempre a otros, no sabe comunicar ni informa a los socios con franqueza, no puede gestionar un sólo espacio nuevo que genere ingresos y se repite el mismo sistema de traer varios jugadores, a préstamo y no priorizar las inferiores. Cambiar de nombre no sirve, hay que cambiar la manera de gestionar el club. Dejar de pensar a Gimnasia como enano, porque Gimnasia, aunque no se termine de dar cuenta, es un gigante.
- Rafael Ton -

viernes, 26 de agosto de 2011

Si me sacaran Gimnasia...no sería yo!


Un Relato de Rafael Ton de la revista Ginasiá! Nº 20

Si usted es como yo, que cuando no hay torneo o cuando juega la selección – que no me importa cómo sale – o en vacaciones largas o aún con otras cosas para hacer, sea laburo, estudios, amigos o salidas, siente que le falta algo porque no juega Gimnasia, si a usted le pasa eso, me va a entender lo que digo.

En esos momentos es cuando me tiro en la cama, con el banderín detrás de mi cabeza y el póster pegado en el ropero y es cuando me doy cuenta que yo no sería yo si no fuera tripero. Pienso, en esas películas yanquis, donde después de una guerra o invasión de vampiros extraterrestres, en el mundo sólo quedan ruinas y unos pocos humanos quedan vagando solitarios, y me imagino, obviamente, con la camiseta de Gimnasia. Y también sé que si alguna vez puedo viajar por todo el planeta y conocer lugares, a donde vaya iré, con la camiseta de Gimnasia.

Y sé que ésta posibilidad de ser así, de sentir y de vivir siendo tripero la heredé de mi viejo y le di un poco de mi propia forma.

Mi viejo escucha un tango que dice: Yo soy de aquí, de otro lugar no puedo ser…” ¡Y es así! Si me sacaran Gimnasia no sería yo. Porque el Lobo me enseñó una actitud, me dio un sueño, una esperanza, amigos, el Lobo me dio una casa fuera de mi casa y dentro de mi corazón, me dió la aventura, la caravana. Muchas veces protesto, puteo, me caliento, muchas veces. Siempre vuelvo. Algo debe tener eso de ponerse la camiseta y salir para el Bosque, algo que supera cualquier revés.

Lo veo a mi viejo pararse a hablar del Lobo con los vecinos y me quedo pensando. Ya no es aquel que me levantaba a upa y corría conmigo y me dejaba ganar. Ya no me lleva a la plaza. Ahora se mueve más lento. Duerme mucho más. Sigue renegando contra el diario o contra el árbitro y también sonríe grande, feliz, cuando Gimnasia gana. Ya no va de visitante y se hace el que superó la etapa del hincha enfermo pero sufre y goza como yo. Cuando llego a casa y él no fue, ya sabemos lo que pasa. Nos abrazamos cuando ganamos y gruñimos al principio cuando perdemos, sin reproches, porque ya sabemos que los dos estamos fastidiosos. Pero al otro día, ya estamos los dos tomando mate y hablando de Gimnasia otra vez.

A veces lo escucho hablar de la vieja barra, de cuando bajaban del tren y las persianas se cerraban y la gente se escondía porque llegaban con sus gritos y sus bombos los hinchas de Gimnasia. ¡Qué bárbaro! Siento la misma emoción que él y no había nacido. Me encanta en cada fiesta familiar o navidad, cuando se para y actúa recordando el gol del uruguayo Escalada, en el último suspiro del partido y aquel festejo con pañuelos que, de golpe, en el final, cambiaron de tribuna. Y repite la descripción del festejo de la gente y me vuelvo a emocionar. Otras veces, cuando viene el tío, se ponen a recordar canciones viejas de la tribuna, lo que contestaban los rivales, lo que le retrucábamos nosotros. Terminan llorando de la risa. Son felices hoy porque fueron felices antes, más allá de cómo salía el Lobo.

Está siempre lo que se siente, la forma de sentirlo aunque las cosas no salgan. Eso no quiere decir que me guste perder, porque en esos momentos me da bronca y pienso: ¿Sabrán los jugadores, algunos tan preocupados por la guita, que todo pasa y que cuando el cuerpo ya no es lo que era y el mundo cambió, como le pasó a mi viejo y a todos nos va a pasar, lo único que queda es el recuerdo, la emoción que pudiste o no dejar en miles de hinchas? ¿Se darán cuenta que el hecho de que el tiempo pasa y que lo que importa es que te recuerden bien, te agradezcan tu entrega en cada partido o te abracen diciendo “mi viejo me habló tanto de usted” y eso será lo que te dirá que no estuviste equivocado, que no te vendiste por ganar algo más de plata?

Mi viejo me habla de Pedro Galeano cómo se entregaba en cada partido, y yo le hablaré de Chirola Romero o de Rinaudo a mis pibes. Mi viejo me habla de la única fiesta que tenía el pueblo: el fútbol, alentar la camiseta, un pueblo que tenía trabajo y que no estaba embobado por la televisión y salía más a la calle y se conocían todos en el barrio. Yo le hablo de que a pesar de todo, contra muchas cosas, muchos golpes y traiciones, la pasión en Gimnasia sigue.

Somos de distintas épocas pero hablamos un mismo idioma: Gimnasia. Cuando habla de algo del Lobo, aunque yo no lo viví, él lo cuenta y lo siento como algo mío, que me pasó a mi también. Es esa magia que nos regala Gimnasia. Somos de costumbres distintas pero un mismo sentimiento: Gimnasia. No sé qué pasará en el futuro, si vendrán buenas, malas, peores o mucho mejores. Yo sé que no estaremos siempre juntos o pensándolo bien lo que quiero decir es que sé que de alguna manera, hay un lugar donde estaremos siempre juntos, siempre fuertes, siempre unidos, los dos con la camiseta puesta, más allá de cómo venga la mano y alentando en el Bosque, haciendo fuerza por Gimnasia. (Autor: Rafael Ton)


domingo, 31 de julio de 2011

Quisiera conocer


Si usted conoce alguna hinchada que a un mes de que su equipo descienda sea capaz de convocar 4500 hinchas y mostrar una nueva bandera gigante – impresionante en tamaño y confección - en un amistoso de dos tiempos de 30 minutos, frente a un rival de otra provincia (en éste caso Boca Unidos de Corrientes) y esto en una mañana destemplada y pagando un bono… Por favor avíseme que me gustaría conocer.

“No habrá ninguna igual, no habrá ninguna…” decía Néstor Basile y es una verdad que estalla en hechos contundentes, como sucedió hace unos meses, cuando peleando por entrar a la promoción, un miércoles, día laboral, a las 14:30hs jugando a 65 kilómetros, en la Bombonera, Gimnasia movilizó 15.000 triperos, con globazo incluido y el “Dale Lobo” de toda la vida.

La pasión es una energía. La más grande de todas. El día que encausemos esa pasión y en lugar de comprar refuerzos, construyamos el gran club que genere jugadores propios y entonces vendamos en lugar de comprar, cuando haya campañas de socios con cuotas accesibles para todos y así todos los Triperos puedan ser socios y cuando llevemos a cabo la renovación del estadio del bosque (sin gastar plata en otros: Casas, Graf, Córdoba, Fontanello, Rieloff, etc, etc…) y juguemos allí todos los partidos, en nuestra propia cancha, pensando en grande y construyendo como un grande, este aguante de nuestra gente tendrá, seguramente, el premio que merece.

Divisiones infanto-juveniles fuertes con presupuesto, un estadio propio moderno y localista y la oportunidad de que todos los triperos sean socios. Ese es el principio de un club mucho más grande que ya no esté esperando un golpe de suerte sino construyendo un club fuerte y ganador.

La pasión está.

Rafael Ton


martes, 28 de junio de 2011

Doble Oportunidad


El jueves 14:30 horas (los horarios “seguros”) volvemos a jugar la promoción. Lo peor que tiene este hecho es el mirar para atrás y ver en todos estos años un Club estancado, plata despilfarrada, refuerzos mediocres, directivos sin proyectos a nivel institucional. Y este último torneo, obligados a esperar y festejar que los rivales pierdan para poder quedar en primera. La pésima campaña de Huracán salvó a éste Gimnasia 2011.

Lo mejor de estos tiempos, es que sigue vigente ese amor incondicional y tan particular de los hinchas que llenaron casi todas las canchas. Ningún otro equipo tuvo en estos tres años el respaldo del Lobo que varias veces colgó el cartelito de “Entradas agotadas”.

Quizás una de las pruebas más contundentes fue la del 2009, cuando luego de perder 3 a 0 en Rafaela, los hinchas pasaron la noche en el Bosque para conseguir su entrada, y los directivos decidieron abrir las boleterías antes por la cantidad de triperos que había esperando. En el peor momento, aflora la mejor fidelidad, la del Hincha de Gimnasia.

Qué el pueblo Tripero se ilusiona rápido, a veces demasiado…es posible.

Qué cuando Gimnasia camina por la cornisa su gente en lugar de aferrarse con miedo, salta y agita banderas…es cierto.

Un club que tiene casi todo para ser gigante. Por convocatoria, por fidelidad probada, por los puntos estratégicos donde están ubicados: su estadio, el Bosquecito y Estancia Chica. Le faltan directivos que piensen a largo plazo, que quieran un club grande y no que vengan a ver si con 3 refuerzos mediopelo y un técnico o un ex-jugador, “zafa el equipo”, o la “pegamos”.

El Club, como club, más allá del equipo, no crece hace años. Se “festeja” por la compra de tres pararrayos o se ponen al lado, en la foto, en las obras que llevan a cabo socios generosos. Se excusan en las deudas para bajarse los pantalones ante requerimientos ajenos a Gimnasia. Aceptan proyectos externos porque no hay proyectos propios. Así está Gimnasia.

Enseguida, cuando la gente, con razón, critica o exige, empiezan con el verso que más les conviene: “no es momento de hablar de otra cosa, de hacer otra cosa, tenemos que estar unidos” ¿los motivos?: porque hay que jugar la promoción, porque hay que ganar estos tres partidos que vienen que son clave o porque hay que empezar bien el torneo” y el tiempo pasa y Gimnasia no sale del pozo. Cada vez es más difícil porque los ingresos son utilizados siempre de la misma manera y el que pone y pone es el hincha. El que hace las filas para una entrada, el que llega a Mendoza o a San Juan y ningún directivo se fija si necesitan algo, si son despedidos con piedrazos al salir de la cancha, como pasó en San Juan. No se cuida al hincha, ese que no abandona y produce terremotos pero que quiere ver ganar al equipo o al menos quiere que los jugadores terminen los partidos como ellos: exhaustos, habiendo entregado todo. El mejor trabajo que puede hacerse para que eso pase es trabajar en potenciar eso y hacer crecer el club, aunque al principio ese trabajo no traiga “fotos” o “aplausos” pero será lo mejor para Gimnasia.

A Nivel dirigencial los anteojos de ver de lejos se perdieron hace mucho, los proyectos para un Gimnasia grande – grande en serio, no a medias tintas – tampoco aparecen.

¿Alguien se ocupó de ver cómo hizo Vélez para construir una villa olímpica que le permite ser, luego de Boca y River, el club que más jugadores recibe para probar en inferiores cada año?, ¿Cómo hizo Argentinos para levantar un estadio en el Nacional B, antes de ser fuerte de local y salir campeón? ¿Alguien estudió cómo hizo Lanús para sumar socios, construir un estadio que sigue creciendo y luego salir campeón?.

La defensa de lo propio y el apuntalamiento del crecimiento hace mucho que parece no ser una prioridad.

Una película que se repite año a año y el peligroso verso de “no es momento de hacer porque la prioridad es otra”. La prioridad no significa la exclusividad. Porque los efectos son terribles. Imaginen una ciudad, se voto a un Intendente, y los ciudadanos lo eligieron porque lo creen capaz de organizar eventos para atraer turistas y eso es bueno para la economía local. Hace 27 años que estos eventos dejan mucha ganancia y a los vecinos contentos, nadie quiere que se dejen de hacer. Pero entonces la intendencia deja de recolectar basura, le saca presupuesto a los colegios, corta los semáforos para no gastar, sube los impuestos, y los eventos se hacen, más o menos, pero se hacen. Claro, mientras tanto la ciudad se va transformando en un basural, se tapan los desagües, los chicos van a escuelas sin techo y después les piden que quieran la ciudad, las plazas están abandonadas llenas de ratas y se depende de la colaboración de grupos de vecinos para que no caigan del todo. Cada vez más choques y víctimas. Pero el intendente y los mediocres voceros que nunca faltan siguen diciendo “estamos pensando y “trabajando” todos en lo más importante, el resto puede esperar”. Se olvidan que la prioridad siempre la tiene que tener la ciudad, no los eventos. Porque un día cuando la ciudad sea un desastre, no habrá evento posible. No se sale trayendo figuras internacionales a un evento pero para eso tienen que dejar de funcionar semáforos, recolectar basura y cobrar más impuestos. Y cuando la ciudad esté bien, tenga chicos agradecidos, calles limpias, menos choques, los grandes eventos son más fáciles de llevar a cabo.

Ojala este jueves a las 16:30 estemos contentos por una nueva oportunidad y que la aprovechemos. Esperemos que no volvamos a la historia de los 4 refuerzos medio pelo y el técnico, sin proyecto a largo plazo y sin poner un sólo ladrillo en el club.

Es una doble oportunidad, ganar con el equipo para empezar a cambiar los métodos y empezar a construir un club con muchos más socios donde no haya diferencias en los que más tienen con los que menos tienen; con un estadio localista y moderno, sin necesidad de mendigar escenarios preparados para recitales, donde juegan – cuando los dejan - los que no tienen cancha; un club con un Bosquecito que crezca e inferiores que sean la prioridad, con presupuesto y varios directivos trabajando y apuntalando los pibes, los técnicos y la infraestructura, porque de allí saldrán los Rinaudo, los “Chirola” Romero y los “Mellizos” del futuro que harán delirar a los que nunca fallaron, a los que siempre estuvieron, a los del aliento y la fiesta, a los que se merecen equipos triperos con huevos y jerarquía y un estadio propio que los llene de orgullo, a ellos: los mejores, los distintos, los hinchas de Gimnasia.

Amén.

lunes, 16 de mayo de 2011

Fútbol, medios y violencia


En la década del 90, con el pretexto de la erradicación de las barras bravas, ciertos directivos de clubes (Boca es el caso emblemático) comenzaron paulatinamente a mutar populares por plateas. Queda en claro la verdadera intención de esos cambios, ya que las barras bravas continúan y los que quedaron fuera del escenario del fútbol, son los menos pudientes. Esto es simbólico y a la vez es una medida concreta de lo que se buscaba: Estadios con menor convocatoria y público de mayor poder adquisitivo. Los multimedios deportivos sostenían un negocio aparte con esto: menos entradas, más gente comprando decodificadores para ver los partidos.

Pero conjuntamente a este negocio de tener que pagar para ver fútbol por televisión, afortunadamente hoy suprimido, había también una cuestión ideológica. Los multimedios deportivos miden, juzgan y publican según la óptica de una minoría de estrato social bastante alto y que tuvo suficiente dinero para producir, además de vinculaciones. Son excepciones aquellos que han llegado alto por una demostrada capacidad que los anteceda, más bien al contrario: se hicieron famosos por hablar de fútbol en medios grandes y luego impulsaron “escuelas” y demás negocios propios.

La cantidad de programas afines al fútbol llevaron al endiosamiento de los futbolistas - cuestión obvia si se quiere acceder a entrevistas - y la demonización de lo popular. Así fue durante mucho tiempo. Debates interminables por un hincha que arrojó un encendedor pero nunca debatían sobre el tema de los sueldos y premios descomedidos de los jugadores, que eran la base de que los clubes deban lo que deben.

El maestro, jubilado o albañil que antaño podía pagar entrada y podía divertirse, emocionarse, compartir un momento con amigos en una cancha, no tuvo ya derecho a la pasión futbolera, a salirse de la rutina, porque le indicaba su bolsillo y el discurso mediático que para eso estaba la televisión. Lo fueron dejando al margen. Restringir la expresión y promover la pasividad, parecía ser una función implícita de algunos medios (y no sólo los deportivos).

El fútbol era un fenómeno que conllevaba elementos tales como las banderas, los gritos en conjunto, la agrupación de tribus urbanas con rituales y afinidades culturales y sociales. Todo eso se erosionó. Aquel espectáculo dentro y fuera de la cancha, espontáneo, se achicó. Hoy se necesita un desembolso económico importante que deja afuera a familias numerosas y a la gente más humilde.

Los clubes, representantes de ciudades y barrios, eran emblemas de una democracia concreta, aún en tiempos de dictaduras, donde el médico y el enfermero, el arquitecto y el albañil, tenían el mismo derecho en las asambleas, gracias al pago de una cuota igualitaria.

Pero los multimedios no le daban valor a lo que fascina en otros países como es la pasión que ponen los argentinos en el fútbol, la imaginación, la fiesta tribunera que es o era un rasgo muy argentino y popular. Como es el hecho de cantar y retrucar en la tribuna lo que canta la otra hinchada, herencia de las payadas argentinas.

Para esto, custodiados por los encargados de la “seguridad” deportiva se prodigaron discursos durante mucho tiempo, muchas veces hipócritas o bien atendiendo sólo un sector e ignorando el resto. Los multimedios deportivos vendieron información, sus espectadores fueron clientes que pagaban algo más que ver fútbol, también escuchaban una sola campana, un mismo discurso.

Con indudables rasgos hegemónicos, los mismos que sostenían los programas deportivos eran socios de quienes vendían el codificador para ver los partidos. “Fútbol de Primera” - programa hegemónico que tenía el derecho de pasar antes que cualquiera, imágenes de fútbol – se vendía como el mejor programa de fútbol y era el más premiado, a pesar de un detalle que obviamente los periodistas deportivos no criticaban: Nadie tenía derecho a competirle. Y sin embargo cuando tuvo que competir: ¡desapareció! con todos sus premios.

Se vendió y se empaquetó un producto: la violencia en el futbol. Si caía una persona por una pelea en un tren, ocupaba pocos centímetros en la página de policiales. Si caía una persona con una camiseta de un club, entonces ocupaba tapas, programas radiales y televisivos. Una trompada en la calle es algo ignorado, no vende. Una trompada en un estadio será un monólogo, disfrazado de compungido análisis de horas y horas.

Se vendió que los encargados de seguridad regentearan operativos, impusieran (¿y vendieran?) cámaras de televisión, dispusieran efectivos policiales que pagan los clubes pero cuando algo sale mal, se castigue al club, sacándole la localia, puntos o multándolo con dinero. Es una medida totalmente autoritaria y arbitraria que además, no se puede apelar y que muy pocas veces se escuchan críticas desde los medios. Lo dije varias veces: el Coprosede y los organismos de seguridad de Argentina tienen cierto paralelismo con el FMI ¡Es mejor que no te ayuden!

Se vendió que todo aquel que hace algo en una tribuna que los medios no quieren, sea sospechado o acusado de barra brava. Y por ende, se introdujo a fuerza de repetición: el comportamiento “correcto”. Traducido, lo que ellos decidían fuera correcto y ayudaba sus intereses. Sin estudiar sociología calificaron conductas de masas y pidieron sanciones ejemplificadoras, siempre para un mismo sector. No hubo una sola investigación periodística que llevara, gracias a la denuncia, a un directivo a ser encarcelado o a un jugador de primera división a ser juzgado. No hubo una sola investigación, por ejemplo, que determinara cuantas decenas de millones se gastaron en el estadio Ciudad de La Plata mientras que San Lorenzo, por una ínfima parte levantara el suyo. - Hecho que prueba el gasto desmedido del escenario platense -. No recuerdo alguna nota periodística, de algún medio conocido, que osara criticar las fortunas que ganan los “patriotas” que juegan en la selección. No hubo una investigación periodística que desnudara números y datos sobre organismos estatales de seguridad que exigen a los clubes gastar dinero en cámaras, arreglos o más policías. No se sabe que empresas y nombres están vinculados. No he visto notas con nombres de quienes se benefician económicamente. Tampoco informes sobre si existe una política que controle que no haya extorsión a los clubes o favoritismo sobre algunos clubes o escenarios.

Se vendió la importancia del “chisme”, vulgarizando y ocupando programas y espacios con las “posibles” ventas y compras e internas en los planteles.

Muchos integrantes del elenco estable de los multimedios deportivos, vendieron una impostada imagen propia; Una imagen de una postura objetiva que es una gran mentira. Los hemos visto sembrar titulares en cada derrota de un equipo, avivar el fuego, una y otra vez, “Luego de la derrota número dos de local, el técnico se negó a hacer declaraciones”, “nuevamente cayó el equipo dirigido por tal técnico”. Cuando los socios que son los que pagan la cuota de su club, piden la renuncia de un técnico y cuando ésta se concreta, ponen caras de compungidos y hablan de que lamentan profundamente que se corte un proyecto y que los hinchas son salvajes porque no piden la renuncia de una forma más amable.

En la subjetiva e interesada balanza de los multimedios, hace más daño una trompada en la popular o una avalancha que un directivo de saco y corbata comprando un jugador por millones y poniendo en riesgo de quiebra el club entero. Si un jugador o técnico declaran una atrocidad enseguida se muestran comprensibles (salvo que haya criticado a un periodista o grupo periodístico afín) y benévolos con el jugador que ellos entrevistan. Si la misma atrocidad o inclusive más leve, aparece en una bandera o en un hincha común, entonces demandarán indignados, un duro castigo. Los jugadores sólo son censurados cuando osan mostrar gestos de hinchas, allí serán el “mal ejemplo”.

La función del periodista deportivo, al menos en la Argentina, parece carecer hoy de cualquier tipo de investigación, opinión o informe que incomode a los factores de poder. El análisis pasa estrictamente por lo futbolístico y el “vestuario”. No importa si los clubes deben millones y los obligan a vender cada vez menos entradas. Quedan relegados – como los hinchas que tienen su equipo en el Nacional B y no pueden ver a su equipo de visitante - otros temas que atañen a las instituciones, que son en definitiva las que sostienen los equipos, promueven deportistas y solían ser entes democráticos, pulmones sociales, donde por una cuota económica los chicos en lugar de estar en la calle se convertían en amantes del deporte en su club. Allí tenían una actividad física y eran parte de un espectáculo tribunero que nos identificaba como argentinos. En los años noventa los clubes fueron quedando debajo del equipo y de las estrellas que jugaban, como las camisetas quedaron tapadas por publicidades. Las identidades quedaron desdibujadas. Son los ecos de la ideología que indica que quien tiene más plata en el bolsillo vale más y que por dinero cualquier cosa, hasta dejar de ser o prostituirse. Boca hoy sale a la cancha con una publicidad con los colores de River. Y para algunos ese es el progreso. Y para otros no es un síntoma, es sólo un detalle casual. Crecen pulmones de rejas en los estadios e ir con dos pibes, comer algo, ver un partido y comprar una bandera ya no es una rutina, es una fortuna.

El fútbol argentino fue un espacio donde cualquier sector social, rico, mediano, pobre, podía acceder a populares o plateas y sentir emoción y expresarse. Donde las banderas marcaban la presencia de un barrio o de un sentimiento. Donde lo primero era la camiseta y el club, antes que el jugador. Donde el plomero y el abogado tenían su aventura, a su manera y donde el abuelo, el padre, el vecino, el hijo y el nieto podían abrazarse y festejar, es decir compartir. En la cancha se aprendía la virtud de la fidelidad. Fue un ámbito de expresión que hasta permitió a la masa silbar al dictador de turno.

Sería importante desde los medios recordar y valorizar que los clubes son mucho más que un puntal para un equipo de fútbol y que los hinchas son muchísimo más que un coro por un resultado.

Rafael Ton


martes, 22 de marzo de 2011

Quedamos todos roncos

Siempre nos salvará lo nuestro, nuestro semillero, nuestro estadio, nuestros hinchas incondicionales. Es decir, todo aquello que no han cuidado y potenciado los directivos. Todo lo que más queremos los hinchas. Todo lo que si crece nos ayudaría a estar mejor a todos (a Gimnasia). Eso que nos termina “salvando”.

Neira sale de las inferiores. Como el “Melli”, como pasó con “Chirola”, con el “Pampa”, con Rinaudo. Son nuestros. Los hinchas lo saben y también saben que lo que perdimos en 25 y 32 lo salvamos en 60 y 118. De no ganar clásicos, ni a Boca, ni a Racing (etcéteras varios) tuvimos que volver al Bosque para ganarles otra vez. Y el Vélez (posteriormente campeón) y el Huracán (campeón moral) y Lanús (con un crecimiento institucional envidiable) y el clásico rival alardeando por una copa, todos se fueron sin nada de la casa del Lobo. Cada vez que la necesidad ahorcaba en serio, cuando perder con Quilmes o con San Martín de Tucumán hubiera significado no un drama sino una “tragedia” futbolística, mirando la tabla del descenso, el Lobo se hacía fuerte en el bosque. En ese Bosque con un hueco que nos recuerda permanentemente la inoperancia, la mediocridad dirigencial que nunca sabe como hacer (en algunos caso no lo sienten) construir un Gimnasia mejor. Es que sin convicción, sin proyectos netamente propios y sin huevos, es difícil que el club crezca, diría imposible.

Muchas veces nos mienten con los “negocios” para “zafar” lo urgente o sino el verso del “progreso”. Muchas veces desde algunos medios partidarios - partidarios de la contra - nos buscan imponer filosofías que no eran nuestras y es entonces cuando peor nos va. Gastamos en los Graf, los Casas, los tigrillos Salazar, los Arce, los Semino, los Cornejo. Perdemos puntos en escenarios pinchas, diseñados por pinchas, fríos como los pinchas, donde en el vestuario que se tiene que usar, por ejemplo, no está el casillero Nº 13 a pedido de Bilardo, recordando hasta en esos detalles a quién pertenece la mole gris y anaranjada.

Pero de todas estas cosas nos salva siempre: lo nuestro. Desde el pibe que sale de las inferiores hasta el empuje de esos locos, saltando o pegados al alambrado son máquinas de dar, dan su voz, su aliento, su esfuerzo para pagar la cuota. Permanentemente dando.

Un 21 de marzo del 2011 Gimnasia tenía que ganarle a Tigre. En la tabla de promedios Gimnasia está en descenso directo y contra eso (¿o por eso?) los triperos un día lunes, llenaron la cancha otra vez. No son hinchas “golondrinas” que van por la novedad y si las circunstancias son buenas. Son los que cuando se jugó con Rafaela agotaron las entradas a pesar de venir de un 3 a 0 en contra. Estaban los que fueron a Lanús, los que juntaron peso a peso para ir a Colón, los que llegan caminando con la bandera. Son los que traen a los pibes y los ponen en sus hombros y uno puede verlos con sus caritas, sus ojitos abiertos imitando al papá, ese gorro que le queda tan grande y aprendiendo con el viejo lo que es la pasión, la fidelidad, forjando su identidad.

Y uno siente el aplauso a Néstor Basile y piensa tenía que ser Tripero ¿Qué hincha de otro club llega a algo así? ¿Qué otra hinchada genera personajes de esta índole y reacciones masivas de esta manera? Un estadio aplaudiendo, de pie, a un tipo de 66 años que seguramente muchos pibitos ni conocieron y sin embargo escucharon de él, leyeron una nota, sabían que había sido coherente toda su vida y luchado siempre, desde su lugar de “hincha con micrófono” por un Gimnasia popular, de inferiores fuertes, en el Bosque y cada vez más grande. Sólo Gimnasia puede generar este tipo de cosas. Y cuando Gimnasia es Gimnasia, cuando el Lobo se une, se nutre de lo propio, entonces no hay ni caperucitas ni tigres que puedan hacer algo en contra.

Qué sea siempre así, más allá de los resultados malos que alguna vez habrá. Ojalá que vengan muchas noches más como estas, con una luna enorme, todo lleno y el estadio terminado, con reconocimiento a lo mejor que tenemos: el hincha de Gimnasia y con muchos jugadores de inferiores metiendo goles. Ojalá que vengan muchas noches más así, festejando en las tribunas nuestras, las tribunas gimnasistas y sobre el final, festejando que ganó el Lobo, gritando todos unidos, hasta quedar todos roncos. Rafael Ton

martes, 8 de marzo de 2011

Subir construyendo

El tema de la Localia, del campo de juego, del poco cuidado de lo propio, deja entrever también otras cosas. Hemos escuchado a Directivos que decían que era caro un operativo de 20.000 pesos en 60 y 118, frente a All Boys pero que no dijeron nada cuando se les cobró más de 50.000 en el estadio provincial en un partido sin visitantes. (¿No habían dicho que era gratis?) Informaron que los partidos - salvo Independiente - se jugarían en estadio neutral y ahora, como los dueños del estadio naranja quieren cuidar el campo de juego para la Copa América, se volvería a jugar en 60 y 118. ¿Cuál fue la ganancia de irse del bosque? Más allá de la suma y las restas ¿Qué se obtuvo a cambio? es obvio que deportivamente fue un fracaso rotundo que repercutió en lo anímico y en la tabla por no descender. Tampoco hubo una solución por las tierras del Bosque, así que es evidente que nadie negoció eso tampoco. No hubo dinero u obras para el estadio propio, aún sabiendo que debería utilizarse cada vez que el predio de 25 y 32 sea utilizado para recitales o eventos que deciden sus dueños. Nadie informó que el monto que recibe Gimnasia por el recital de U2 parece que es menor al que recaudó, por ejemplo, el Lobo en un amistoso. Nadie informó ni desmintió a qué se deben las renuncias de miembros de Comisión Directiva ¿Hubo desacuerdos en éste u otros temas? Negociar, haciéndose valer es muy distinto a someterse a todo lo que digan los demás; quedó evidenciado en el último clásico cuáles son los resultados. Contra esto: la unión hace la fuerza y los Triperos bien saben de aguantar y de salvarse, en contra de todo pronóstico. Los socios triperos que estuvieron siempre, en las malas, pagando y acompañando, se merecen un rumbo mejor en éste tema. Gimnasia no nació para títere. Gimnasia nació para lo que es: un grande y que puede ser muchísimo más grande todavía, sobre todo si se pone a trabajar en tres cosas: Un estadio propio y bien localista; llenarlo de socios siempre; inferiores e infantiles para que todos los pibes de la zona se prueben y triunfen en Gimnasia. Si Gimnasia en lugar de gastar en los Casas, los Graf, usaba ese dinero en construir estos tres puntos, hoy seguramente ya no peleaba el descenso. Porque los clubes que priorizan y trabajan para tener una fuerte infraestructura propia e inferiores poderosas, pelean campeonatos. Volvemos a repetir los ejemplos de siempre, más allá de Vélez o Lanús, o de Banfield que construyó mientras jugaba o de Argentinos que construyó y se hizo fuerte en su propio estadio y luego también consiguió un título. En Santa Fé, hace muchos años, Colón construía y Unión compraba jugadores, basta ver las realidades de ambos clubes hoy para entender que esto no es un tema menor. Hay que salvarse construyendo. Si queremos llegar alto, construyamos alto. De acá en más aprovechemos las oportunidades para negociar pero en serio, no para chupar medias sino para negociar en favor de Gimnasia, para poder construir y para no estar repitiendo la historia otra vez dentro de unos meses, sobre todo porque alguna vez nos puede salir muy mal. ¡Y Vamos Lobo que de peores hemos salido!

Rafael Ton

viernes, 14 de enero de 2011

El arquitecto del Mellizo


Guillermo Barros Schelotto habló de recuperar identidad y de la unión de los triperos. Al término de la presentación nombró al arquitecto Luis Díaz. Ésta es una entrevista publicada en la revista Ginasiá! al Arquitecto que nombró el "melli" y su proyecto para 60 y 118.


Ginasiá! visitó el estudio del arquitecto Luís Díaz en Capital Federal, dónde vemos gente joven que entra y sale. La atención fue de primera con gaseosa, sándwich, amabilidad y un ambiente donde se percibe mucho trabajo y entusiasmo. Luís nos avisa que ya viene. Observamos un Premio “Década” de Escuela Ecos. Universidad de Palermo / Fundación Oscar Tusquets Blanca de Barcelona. Observamos maquetas, libros, artículos de diarios nacionales que contienen sus fotos, planos y por encima de todo vemos dibujos de una pileta moderna, con un techo curvo y una glorieta rodeándola. Reconocemos nuestro bosque en todo eso. Nos da curiosidad y cuando llega Luís, empezamos a preguntar qué significa.

Hay que tener en cuenta que existe una pileta con medidas que nadie tiene en la ciudad, que se usa dos meses en todo el año. Por eso, techarla es una inversión a largo plazo y es parte de este proyecto estructural de remodelación, que concibe un estadio moderno, con campos de distintos deportes, el Memorial de Homenaje a Favaloro y la pileta techada. Con una pileta de esas características no se puede medir la cantidad de socios que se sumarían. Esto no es solamente para los socios que hoy tiene Gimnasia, si no para abrir el club a mucha más gente, como por ejemplo personas con capacidades diferentes y de la tercera edad. Además, se va a contar con el apoyo de las ONG que están dirigidas a todos estos sectores.

Luis afirma: “nosotros tenemos todo para hacerlo, por lo cual este proyecto que contempla el techado de una pileta olímpica y una rampa especial, es una de las bisagras que puede resultar altamente positivo para la institución. Lo tenemos todo planificado. En San Pablo hay 18 centros sociales, que tienen estas características, cuando fuimos un día a uno de ellos que se llama Pompéia, observamos 300 viejitos, esto en un solo horario, y vos te los imaginas en el Bosque y te da tristeza que nunca se haya pensado en serio concretar algo así. En la provincia de Buenos Aires no hay ninguna obra similar, esta estaría súper equipada y sería una obra modelo, es el principio de un club modelo. El proyecto es integral con accesibilidad social, pensado en forma estructural y en etapas, teniendo en cuenta la pasión de los hinchas, para integrar gente de la tercera edad, para sumar jóvenes al deporte y muchas otras cosas, en un ámbito ideal para todo esto”.

El estadio remodelado establece un vínculo muy particular con el bosque, sería parte del recorrido, y de la actividad de los deportistas. Las canchas de tenis se trasladan y se conforma allí un paseo, un lugar de encuentro, todo ayuda a que Gimnasia se potencie socialmente. Todo es posible y está planificado, hasta los ascensores para llegar a las nuevas plateas, porque habrá una peatonal especialmente diseñada para la calle 118 y parte de la 60, no habrá saltos, grampas, barro o empedrado desalineado. “Será un escenario insertado en el bosque, parte del bosque. Porque no debe haber gente en la ciudad que ame tanto ese lugar como nosotros. Formamos parte de la cultura de La Plata. Es una parada en el paseo del Bosque, un lugar que tiene que tener una confitería o un restaurante, la pileta, el museo de Gimnasia porque es el club más antiguo y esto también debe potenciarse, y sabiendo que no tiene que haber muros disonantes cortando la naturaleza” dice Luis Díaz; y agrega: “Los vestuarios estarán debajo de la nueva platea H. Y ese espacio debe desarrollarse para ser usado no solo cada 15 días. Hay que buscar convenios con la municipalidad para que en el predio que está detrás de la platea H, donde ahora está la cancha auxiliar, haya disciplinas deportivas y educativas”.

El Arquitecto Luis Díaz trabaja en el “proyecto 60 y 118” desde 1994

“Estoy en el proyecto desde el 94, una noche que fui al Club For Ever, y me encontré con Néstor Basile, fui con mi papá y con un amigo de siempre: “chiquito” Danell. Algunos hablaban en esos días de un colapso del estadio que no era tal, y ahí nos pusimos a trabajar con Teresita, mi compañera y enorme tripera que agenda desde las vacaciones hasta los trabajos, siempre teniendo en cuenta los días que va a jugar Gimnasia, y empezamos a proyectar. Lo fuímos adecuando y cambiando muchas veces”.

Un estadio en total armonía con la naturaleza

En relación al proyecto 60 y 118, el reconocido arquitecto explicó que “la buena arquitectura está en relación con la naturaleza, siempre, no solamente el edificio, si no que lo propone sobre el lugar, siempre el juego mágico que tiene la arquitectura es con la naturaleza, aquel edificio que no responde al entorno, al medio, llamémosle naturaleza, es un hecho bastante abstracto. El estadio está en armonía con eso, nosotros siempre estamos pensando en todo esto. Tiene que ver con el lugar en el que está ubicado, no podríamos pensar nuestro estadio en otro lugar. Si a nosotros nos dicen que tenemos que hacer un estadio como el de San Lorenzo en el bajo flores, tenemos que pensar otra estrategia totalmente diferente, lo cual sería un edificio mucho más introvertido, para estar en armonía con el entorno”.

El proyecto del estadio 60 y 118 está pensado como una estructura abierta, absolutamente abierta, es un edificio que respira con el bosque, y se nutre del color del bosque, porque nosotros lo planificamos de esa manera, y no va en contra del bosque. Vos pensas en el deporte, pensas en el ocio, pensas en la actividad educativa que se va a ir dando acá adentro y te das cuenta que está totalmente en armonía”.

En este sentido, el arquitecto subrayó que “todo esto es sustentable, ya que primero es necesaria la reeducación de los ciudadanos. Las ciudades han llegado a un grado de desarrollo de auto-destrucción preocupante. Por lo que producen, por los residuos, por los autos, suman la cantidad de conflictos que hoy nos quitan el sueño. Entonces uno tendría que empezar a pensar, si en el año 2000 el 60% de los chicos en Londres tiene asma por la polución y por lo que significan los automóviles, quizás nosotros tendríamos que empezar a pensar en La Plata. Hay que pensar el Bosque, pero en forma progresiva y a futuro, no estancado en proyectos que no tenían en cuenta muchas de las cosas que hoy suceden.

Cuidar la ecología pasa por lograr que un lugar degradado que no ha sido tocado desde hace 40 años, pueda ser un lugar de encuentro entre lo verde, el deporte, la alegría, y educar para que todos lo cuiden mucho más, la clave es educar, no enrejar árboles. También hay que ver que esta pasando con las destilerías, que está pasando con todas las fábricas de los alrededores de La Plata, y por otro lado uno se tendría que poner a pensar ¿Es lógico que el hincha de Gimnasia vaya en auto? Si uno cuando va caminando es una fiesta. Si uno lo toma como parte de un paseo y la ceremonia religiosa de ir a su templo, habría que hacerlo caminando, fomentarlo de alguna manera. No puedo creer que muchas veces haya que dejar el auto al lado de donde están en la tribuna. La ciudad de La Plata es una ciudad peatonal, tendría que tratar de modificar hábitos que ya están muy arraigados o que se van desarrollando en este momento. Estoy hablando del Mondongo de los lugares que estén más cerca, no de los hinchas del lobo de Villa Elisa o de Los Hornos que obviamente necesitan acercarse en transporte.

Un estadio del siglo XXI

El proyecto concibe una altura que permita ver la copa de los árboles. No hay que sacar treinta pinos, sería una locura, por ejemplo como máximo habría que sacar cuatro pinos, y se replantarían de acuerdo al estándar internacional. Inclusive ya se hizo y al por mayor: el día que el estadio cumplió 80 años en el Bosque hubo socios de todas las edades que plantaron árboles alrededor, abuelos y padres acompañando a los pibes del colegio de Gimnasia que aman el bosque. Hay gente que no sabe que el bosque no tiene por ejemplo un sistema de riego. Esto lo contempla el proyecto de Luis Díaz, quien explica: “nosotros podríamos hacer, si tenemos todas las partes con cubiertas (los techos), regar la cancha del bosque y de esa forma no gastar agua potable, si esto nosotros lo ofrecemos al entorno, este sistema de riego, estamos contribuyendo directamente, sin verso, al verde del Bosque.”

Lo mismo sucede con las energías, “el tema que tienen las energías naturalmente tienen un costo inicial alto, pero después los beneficios son espectaculares. Pueden ser paneles solares que capturan energía o, por dar un ejemplo concreto: Hay un arquitecto reconocido en Japón, que hizo un estadio en el que con los techos juntan la energía necesaria para todo el pueblo, lo cual el club gana todo ese dinero por toda la energía que está ofreciendo. Todo eso está ahí. Hay un grado de desafío que hay que llevarlo adelante. Hay que tener en cuenta que se puede y que Gimnasia es diferente. Hacerlo en etapas, porque cuando se hicieron las cabeceras, Gimnasia no lo sintió económicamente, igual que con el mantenimiento del Estadio. Esta cancha cuando volvimos, estaba casi destruida. Estaba tirado todo, abajo todo el alambrado de la H, los muros que rodeaban la cancha agujereados para un recital que nunca pasó. Y arreglar todo eso no significó que Gimnasia no funcionara en otras áreas o se tuviera que vender el plantel. Se pudo. Es un logro importante, pero que hay que potenciarlo.

¿La primera etapa sería “cerrar” las tribunas alrededor del campo de juego. Digamos sin tener en cuenta la parte alta de la platea H?

“Claro, habría que levantar la parte baja de la H, con unos cinco mil lugares, en etapas, primero hacemos el medio, primera parte de la primer etapa y después los laterales. Pero los tablones pasarían al frente de donde están ubicados hoy, es decir se instalarían a ambos lados de la techada y enfrente tendríamos una tribuna nueva de punta a punta. Se calcula, aproximadamente, con algunas circunstancias a favor: unos seis meses para llevar a cabo esta primera etapa. Y el costo de esta primera etapa es menor al precio que tienen varios buenos jugadores”.

¿Se puede seguir jugando mientras se construye?

“Es cuestión de previsión y buena voluntad, como hizo Banfield, se empieza en la obra desde el centro, e insisto: hay que tener en cuenta que los sectores populares laterales que hoy dan a la auxiliar se trasladan en frente y esto da más espacio todavía. Habría que ver que algunos partidos se tengan que jugar sin total iluminación artificial, porque se correrían las torres de lugar, pero depende, claro, de la capacidad dirigencial para tratar el tema. Si me dicen de arreglar el agujero que existe en donde estaba la platea H se puede hacer pero es como un parche. Es también desaprovechar el espacio y las oportunidades”.

Luís Díaz, nos despide con algo que vale la pena resaltar y nos hace reflexionar:

“Yo les pregunto esto: ¿Ir la cancha de Boca es lo mismo que ir a la cancha de Platense o Unión? ¿Entrar a la cancha de River o Racing es lo mismo que entrar a la cancha de Atlético Tucumán u Olimpo? Es decir, la cancha transmite algo al visitante, un escudo gigante que te recibe, una obra grande, bien hecha, marca el poder de un club. Lo que tenemos que lograr es que los visitantes cuando vengan al Bosque piensen “Si estos tipos fueron capaces de levantar esto, son grandes en serio, nos pueden ganar”.

Un proyecto en etapas, ecológico, nuestro, de avanzada ¿qué más? Qué sean otros los que alquilen de por vida, nosotros tenemos el potencial para hacer crecer lo nuestro. Basta de mediocres. ¡Qué sea el tiempo de pensar y construir en grande! Paulatinamente. Cambiar la mentalidad en un aspecto: proyectos con fechas de ejecución y planificados y no promesas. Basta de desmerecer nuestras posibilidades y desaprovecharlas. Solo queda que todos nos pongamos a empujar para lograr el club fuerte, las obras grandes que van a traer muchos mejores resultados, por lógica consecuencia, para felicidad del pueblo más pasional del mundo.

Revista Ginasiá! Nº 10

(La foto es de la web oficial: www.gimnasia.org.ar )

miércoles, 5 de enero de 2011

Aquel Lobo


El oso polar estaba en el límite natural de su territorio, a pocos metros del bosque.
Se alzó imponente, más de dos metros de gruesa musculatura, dientes asesinos. Una de las bestias más grandes del planeta.
El alce, que había abandonado su manada por miedo y escapado sin orientación, prosiguió su fatigosa carrera, buscando llegar a donde estaban los raquíticos árboles del bosque, diezmados por la nieve y la escarcha.
La enorme fiera blanca lo siguió. Con sus gruesas pisadas avanzaba hacía el bosque. Ante su cercanía, los pájaros y pequeños animalitos huían despavoridos.
El Alce se metió entre los troncos, trastabilló y cayó, ya sin fuerzas. El oso parecía que iba a seguirlo. Sin darse cuenta que en dirección recta, entre unas anchas raíces, se levantaba un lobo. Protegía su familia. Sus ojos se clavaron en la bestia alba. Todo en contra. El tamaño, las garras gigantes, el hambre que lo había llevado hasta allí. Pero detrás de él, estaba su familia. Los lobitos pequeños, las madres lobas, los lobos ancianos. Los hermanos con los que andaba por las noches. Y enfrente el gigante frío, asesino. Y detrás, su bosque, su casa, su familia.
Todo en contra. Y contra todo, aquel Lobo retrocedió dos pasos, porque había aprendido que no importa dar pasos atrás si sirve para tomar impulso. El oso avanzó y entonces en loca corrida, como un rayo negro sobre la nieve, el Lobo salió a su encuentro. No busco morder, había aprendido que el mejor golpe puede ser el avisar con convicción. Dio un golpe en el hocico del Oso y pareció que su pecho crecía y que su lomo se transformaba en una llama oscura.
Acá estoy yo. Esta es mi familia. Éste es mi territorio. Voy a ir contra todo. Eso decía el Lobo sin decir palabra.
No hay leyendas ni estatuas ni gloria ni historias contadas que atraviesan el tiempo para aquellos que se resignan fácilmente.
Lo que se quiere, si es que se quiere en serio y no solo son palabras, se defiende con dientes apretados y afilados, dispuesto a dar batalla.

Las heridas producidas por el oso fueron cicatrizando. La leyenda del lobo que ahuyentó a la bestia blanca, aquel frío asesino, del bosque, aún se sigue contando.
Sirve de ejemplo: resignarse, abandonar o ir contra todo, dispuesto a todo, para defender lo propio y quedar como leyenda.

Rafael Ton

domingo, 2 de enero de 2011

No dejemos solo a Cappa



La llegada de Ángel Cappa es un salto sobre la mediocridad. Así como el negrito Marco Pérez simbolizaba hace poco el salto de calidad dentro del campo de juego, lo de Cappa es un símbolo concreto de grandeza. La institución se arriesga y eso está muy bien (salga como salga porque el que no arriesga, no gana)
El problema es creer que es eso y punto, que con eso basta y que sólo importan los refuerzos para no descender…ahí está el error. Siempre pensar a Gimnasia en “chiquito”. Ver cómo zafar, chupar las medias a algún político de turno para ver si nos “ayudan”, llorar por la falta de pocos socios de plata que pongan mucha guita. Todo eso habla de un Gimnasia que se arrastra en lugar de caminar.
Con ese discurso ya estamos “achicando” a Gimnasia. Sin soberbia pero con firmeza hay que buscar generar GRANDEZA, porque los clubes que hacen cosas grandes son los que salen campeones. Aún con falencias.
Primero que todo, estar bien concientes, que el dinero es importante pero que más importantes son las ideas. Si todo fuera un negocio y nada más, saldría campeón Boca, Boca, River, Boca, River, y cada tanto San Lorenzo, Racing e Independiente. Porque son los que pueden tener muchos más socios, más publicidades, más inferiores porque la mayoría de los pibes del interior van primero a esos clubes. Y sin embargo salieron campeones: Vélez, Lanús, Banfield, Newells. Boca está muy abajo, Racing no entra a la Copa, River pelea por no jugar la promoción. El equipo del Vice de Grondona pelea el descenso. El club del anti-Grondona: Raúl Gámez crece y pelea todos los campeonatos. Entonces esto marca claramente que no todo se compra ni se arregla.
Hay formas de crecer como institución y poder rodear e impulsar la llegada de Cappa con medidas que marcarían un club con grandeza. ¿Qué es esto de llorar para recaudar más en un clásico? ¿Qué es esto de ir detrás de lo que hacen los ídolos de los vecinos? Eso es pensar a Gimnasia en chiquito y encima declararlo.
Hay que empezar a trabajar de otra manera, llamar a la prensa y avisar: ¡se viene el partido homenaje a Griguol y llamar a Sava y a Chirola y a Charly Carrió y a Márcico y a quién quiera estar en la despedida del “viejo” y demostrar en serio que cambiamos la imagen que somos un club agradecido a sus referentes y poner 20 mangos la popular y 100 la platea, explicando que la recaudación es para ayudar a Gimnasia y con eso sólo tenemos ganancias netas. Sin contar la televisión (ya si no logramos que algún canal se interese en un partido homenaje a Griguol...) Contemos: 15.000 populares a 20 pesos: 300.000. 1000 plateas a 100: 100.000 pesos más. Con 400.000 pesos de base en el bolsillo y con un cambio de imagen ¿necesitaríamos salir a decir que el clásico se tiene que jugar fuera del Bosque? ¿Qué club le mostramos a Cappa y a los periodistas y a la opinión pública en general? Un club que tiene como única propuesta de juntar dinero dejar su cancha para juntar un poco más de plata?...
Hay personas que algunos llaman empresarios exitosos y lo que han hecho es, fundamentalmente organizar un partido o un recital y vincularse con artistas o jugadores. ¿De que sirve tener un escenario prestado para traer a Aerosmith o a Sabina si tenemos miedo de arriesgar en nuestro propio terreno, si no buscamos hacerlo primero en el poli o en 60 y 118 para ir obteniendo práctica, experiencia y ganancias?
¿Porqué por momentos se “saltean” pasos y por otros no se piensa en el futuro del club? Cuando Racing, Independiente, Olimpo, se quejen de que ellos pagan la seguridad de los partidos pero en La Plata los que usan el estadio provincial no la pagan ¿saben que va a pasar?...cada club va a tener que pagar otra vez todo y va a ser todo mucho más caro. Estos “regalitos” ya los sufrimos: es pan para hoy hambre para mañana. Un directivo bueno es quién deja un club mejor a quién lo suplante y no quién piensa sólo en el ahora. Ya se sabe que cuando pasen las elecciones, los políticos deshacen lo firmado.
Cappa tiene que ser el principio de un club que se mueva arriesgando, haciendo ruido y pensando a lo grande en serio. ¿Cómo le vamos a decir a Cappa que algunos partidos los jugamos de local pero otros vamos a jugarlo al circo de 25 y 32? (no me digan que ese techo de lona tercermundista que quiere imitar a Europa no tiene la forma de un circo sin colores) pero sigamos: ¿se imaginan por ejemplo si en River le hubieran dicho a Cappa “los partidos chicos los jugamos en Nuñez pero con Boca, San Lorenzo vamos a jugarlos en la cancha de Vélez porque ingresa más dinero”?… ¿qué equipo grande de Argentina no pudo construir su historia en su propia cancha?
¡Basta de pensar en Gimnasia como un club chico!
Gimnasia tiene el potencial detrás de una fidelidad como ninguna otra institución ¡vamos a trabajar con eso!. El camino fácil siempre nos dejó mal, vamos a pensar en grande no sólo con el técnico, sino con todo. Como dije antes, Gimnasia – el mismo que llenó su cancha dos años seguidos peleando el descenso, vendiendo más que los que peleaban el campeonato – el mismo que volvió a ganar el clásico, a Boca, a Racing, dos finales por la promoción siendo local en su reducto del bosque – necesita una vez por todas y para siempre que se patee la mediocridad y se piense de otra manera. Trabajar pensando en grande.
Cuando contratas un técnico de la jerarquía de Cappa tenes garantizado que el país hable de Gimnasia. Eso te lleva a un respaldo, a un impulso. Y así con todo. Fíjense la paradoja de los que pregonan que solo sirve el ingreso de plata: Gimnasia paga por Cappa sin embargo, de salir bien, sería más que un negocio. Un refuerzo de renombre también, obviamente. Para eso tenemos que entender que una cosa es gastar y otra invertir. Todo lo que sea crecimiento del estadio, de las inferiores, del poli o del Bosquecito es inversión.
Tenemos que saber ver más allá del dinero que ingresa. Doy otro ejemplo imaginario: si se logra que “Los Redondos” vengan a tu estadio, logras que el país hable de Gimnasia también y no de un escenario político, sino de tu club, es ganancia doble. Claro, para eso hay riesgos.
Techar la pileta del Bosque es invertir: Sumamos socios, prestigio. ¿Cuanto cuesta? ¿Se está trabajando en eso? O los 36 miembros de comisión directiva están trabajando en traer refuerzos y nada más.
Mostrarse como un club constructor en televisión, es invertir. Si en lugar de hueco hay obras, el país dice “Gimnasia construye”. Eso reditúa mucho más que un Gimnasia que llora que no tiene plata… Hay que apuntar a lo grande y no a lo chico. Un cartel de 10 metros en el bosque para una empresa grande es mejor que 10 cartelitos distintos. El primer partido estará disponible, lo verán miles, en la cancha y por televisión. Quizás alguna propuesta se acerque. Pero esto ya da otra imagen y quizás ingrese más dinero. Pero nadie lo hace. Es preferible el kiosquito de un cartelito por acá, otro por allá, que el mostrar un club serio. Trabajar es buscar organizar eventos multitudinarios, partidos homenajes, recitales, para juntar dinero y mejorar la imagen del club, y no mostrarse contentos porque por unos meses no pagaremos la seguridad perdiendo la Localia.
Ojala éste 2011 traiga consigo un efecto “Cappa” creando más impulsos de grandeza en todos los Gimnasistas. Crecer en lo nuestro, hacernos fuertes y entonces empezar a ganar con un estilo definido, sin necesidad de trampas como alfileres o agua podrida al rival, y – como lo marca la historia – contenidos en un marco popular y en un escenario propio. Darnos cuenta por fin de la grandeza y el potencial del Club decano de América que no necesitamos obras ajenas, que podemos construir un mejor destino con los nuestros y lo nuestro.

Rafael Ton