viernes, 30 de julio de 2010

Favaloro, el Mondongo, Néstor Basile


Nota publicada en revista Ginasiá! Nº 3.
A continuación las palabras de Néstor Basile, en un homenaje hecho con el corazón tripero a ese tripero que supo cuidar tantos corazones, sin distinción de clases o colores. Texto escrito a pocos días del fallecimiento del Doctor René Favaloro:

René Favaloro: No Nació En El Mondongo ¿Y Qué?


“Cuando la galerita del cajetilla Alvear reemplazó al peludo Irigoyen en la década del 20, cerquita del barrio Mondongo – que luego adoptó como propio – nacía en La Plata el multifacético hijo pródigo de la ciudad.
En la escuela 45, los pibes de un barrio “tripero” y por entonces proletario, se juntaban en el recreo y a la salida para competir en los juegos infantiles donde ganaba la habilidad, la destreza en el manejo de la puntería más lechera, del trompo más saltarín, del barrilete más sereno...
Pero la pasión de los pibes era el fútbol. En esos partidos de “rompe y raja” de barrio contra barrio René ya se anotaba para el Mondongo y desde entonces nadie supo que nació en la calle 5...
Dato raro, una perlita en la pereza de los movileros del chisme que nunca se ocuparon por develar.
¿A qué se debe esta inocente traición posiblemente la única que cometió el ilustre argentino?
Es explicable. El Mondongo era Gimnasia, un sinónimo obligado. Entre sus anécdotas, cuenta el médico gaucho que “jugar barrio contra barrio era fácil, o cuadra contra cuadra... difícil en cambio resultaba jugar un clásico, porque entonces todos los pibes de todos los barrios se ponían la de Gimnasia, la mayoría nuestra era abrumadora. Para hacer un partido así, los triperos teníamos dos o tres equipos completos y ellos dos o tres pibes, así que les prestábamos tres o cuatro maletas y los goleábamos siempre”. Su tránsito por la facultad de Medicina, antes de recalar en la biblioteca Euforión para fagocitar los libros que el presupuesto familiar le impedía comprar, tenía una tregua obligada: El estadio del bosque para ver los entrenamientos, refugiados entre los eucaliptos, respirando aire puro bien tripero, ante de sumergirse en la lectura sin final.
Abordar su biografía profesional, destacar su labor en el interior del país, su perfeccionamiento en Estados Unidos y su regreso triunfal a la patria que amó con pasión – igual que a Gimnasia – con la pechera cargada de medallas que nunca lo marearon, es una tarea inútil por reiterada.
Difícil, en cambio, es explicar el tiro del final, el coraje del suicidio después de golpear todas las puertas de la burocracia y la corrupción de un sistema que nunca lo pudo doblegar, ni siquiera en el adiós final, a su manera, dando todo por los demás. Jamás eludió el compromiso social, esa deuda universal que tiene el mismo sistema que lo “mató” como a varios miles de millones de los suyos. Su tarea en el campo, como cardiocirujano o en la fundación, siempre tuvo un destinatario excluyente: el hombre común. Ese oscuro personaje, como le gustaba decir al inigualable Osvaldo Ardizzone, “que no dispone siquiera del derecho a que le escuchen y le atiendan su opinión.”
Se ha dicho que todo gran estilo tiene continuadores y no lo creo, pienso que Favaloro es irreproducible, aún admitiendo la aparición de alguien que lo supere en la técnica del by pass. Imposible, igualar el plus de su humanidad y de su polifacética personalidad. Las horas que vivimos no son caldo de cultivo para la emulación, nos urge la frivolidad, los espacios económicos nos conducen al desastre social, ya no hay tiempo para embellecer la relación del médico y el paciente, “gran hermano” es “el rayo” de la cultura, el tango se transformó en gimnasia aeróbica y el fútbol parece ser un negocio guarango para faenar pibes, con el aval de los padres, que los entregan como esclavos a representantes antropófagos. Es bueno entonces, para aguantar tanta mugre, con un cachito de esperanza, recordar a este arquetipo tripero ¿Es que en realidad hubo algo que no haya sido el maestro en su tránsito apasionado por todos los fenómenos populares?: Conferenciante, escritor, filósofo y aún sin proponérselo predicador y moralista. Le bastó ser de Gimnasia y la breve dimensión de una pelota de fútbol para penetrar en los infinitos recovecos del alma humana.
Observo su retrato abrazando con amor la camiseta albiazul y descubro en su rostro misericordioso, en sus ojos compasivos, su historia, su geografía y el mensaje de su corazón esclarecido.
Gimnasia y el retazo que nos queda de humanidad lo han escogido como heredero para susurrarnos en el oído el porqué de su queja, el eco trágico de su final, y también un grito de dignidad, el gol tripero de la justicia, y una postal para que mis nenas, Malena, Marilyn y todos los pibes del mundo tengan mañana el espejo, la caricia, el sueño de un mundo mejor. Néstor Alberto Basile