martes, 20 de septiembre de 2011

El gigante que se veía enano


Gimnasia en una fábula sería un gigante que actúa como un enanito. El hincha de Gimnasia, muchas veces desvaloriza lo propio. Los logros ajenos, los asiente, los ratifica y cuando algo bueno le sucede al Lobo: le busca la quinta pata al gato.

Si moviliza 15.000 personas para un partido en horario laboral y por un partido que no es por la punta del torneo y el equipo no gana: siempre aparece un “derrotista” que dice: ¿para qué sirvió? Sin entender que ese respaldo, bien usado, que inclusive vale más allá de un resultado, es lo que te puede dar otro tipo de respaldos.

Si instalas la fidelidad como sello, como slogan, como parte de la identidad, no van a faltar, por ejemplo, las marcas importantes que van a querer ser parte de algo así. Hay clubes que crearon una imagen seria, confiable, más allá de errores y entonces logran apoyos y crecimiento que los lleva a potenciar triunfos y que sus traspiés apenas se vean.

Pero para lograr cosas así hay que dejar de pensar como enano. ¿Qué es pensar en enano? La formula que nos llevó a perder y perder deportivamente y a tener un club donde desde lo dirigencial, hace años, no son capaces de construir nada que genere ingresos, orgullo o prestigio. Pensar como enano es poner ocho cartelitos de lona, a ver quien ayuda un poquito en lugar de poner un enorme cartel, prolijo, impactante que se vea en todos lados y que entonces realmente invite a grandes empresas a acercarse. Gimnasia se baratea solo. Pensar como enanito es repetir aquello de diez, once jugadores a préstamo, que a veces ni juegan, en lugar de traer solamente dos o tres jugadores muy buenos y apuntalar y apoyar a los chicos de inferiores.

El gigante cree que no puede, se aprecia como enano, por eso no puede. Se le ha metido en la cabeza, aunque vea construir a clubes con muchísimo menor potencial, menor convocatoria, menor historia, igual piensa que no puede, que no se lo merece, que él no va a llegar.

El gigante no cree en su fuerza y piensa que siempre lo tendrán que “salvar”. Busca salvadores y no proyectos. Tiene el Bosquecito, tiene un estadio propio, tiene Estancia, tiene miles de socios, tiene leyendas, pero a la hora de armar un equipo, de proyectar obras, de pensar en el club, lo hace como enano, busca el atajo, se aferra el obstáculo de “seguro no se puede” y pareciera que cierto sector, está esperando que algo malo pase.

El enano no entiende que los equipos y sus resultados son lo más visible de una estructura y se queda en el efecto y no ve la causa. No quiere ver que cuando regala la localía, está demostrando un serio complejo de inferioridad, está diciendo “no puedo recibir en mi propia casa a quienes son “grandes”. Él mismo se achica. Y eso, inconcientemente, también se va metiendo en la cabeza de los jugadores. Se les pide grandeza sin brindar el ejemplo, al contrario. Con esos actos estás diciendo “no soy gigante, soy enano”. Tengamos en cuenta que la grandeza no está en la altura, ni en la fuerza, sino en lo alto que podes llegar y cómo utilizas tu fuerza.

Cuando se jugó la segunda promoción con Rafaela, los hinchas de la “crema” se agarraban la cabeza ¡otra vez con Gimnasia! Decían. Porque ven a Gimnasia como lo que es: grande de verdad. Nosotros no. Nosotros decíamos “uuh, otra vez con Rafaela”…

Un gigante que actúa como pigmeo, que no es consciente de su fuerza, que descree sus posibilidades, eso es Gimnasia.

Uno mira en Estancia Chica y piensa en si hubiera gente trabajando, con la meta de llevar proyectos sociales, por ejemplo: agregar juegos alrededor de la pileta, mejorar las parrillas, luchar porque los micros lleguen mucho más cerca y seguido, poner una laguna artificial de pesca y todo eso publicitarlo mucho, venderlo. Uno imagina más y nuevos socios, más ingresos, veranos y fines de semana bien triperos.

Y uno mira el Bosquecito y piensa si realmente se trabajara por sumar a todos los pibes de la zona y un poco más, que estén todos con la camiseta de Gimnasia y siempre invirtiéramos allí, el futuro de ellos sería mejor y tendríamos más posibilidades de formar jugadores, más triperos, más socios a futuro. Centralizar allí el fútbol infantil, que Berisso, Villa Arguello, Magdalena, Ensenada, Punta Lara, tenga pibes que conozcan el Bosquecito, la oportunidad de ir, de jugar y de llevarse la camiseta de Gimnasia. Darles la oportunidad de enamorarse de Gimnasia.

Y duele el desperdicio de tener un estadio en un punto estratégico pero que no se apuntala y además con formas de publicidad obsoletas y obvia falta de imaginación y la pileta sin techo… Con lo que se gastó tiempo atrás en jugadores de paso, sin compromiso por el club, hoy esa pileta sería la mayor techada de la zona, hubiéramos sumado más socios y dado más servicios a la comunidad platense y con más gente, se suman nuevos negocios, por ejemplo vender comida, ropa. Y uno ve clubes de barrio, donde un restaurante ofrece pocos pero platos abundantes y en donde hay que pedir mesa con días de anticipación, clubes que ganan mucho dinero con eso y van creciendo. Precio económico y buena comida para muchos, así de simple. Y mientras tanto en Gimnasia no hay nada, no ofrece nada, no busca, no trabaja para ver si hace algo así. Más socios: más ingresos. Más ingresos: más presupuesto fútbol de inferiores. Mejor fútbol de inferiores: más probabilidades de tener mejores equipos.

Pero parece que hasta ahora al menos, siempre el enano piensa con temor y tiene esta incoherencia: se baratea como institución pero encarece el costo a los más fieles. Cree que es mejor 4 que pongan $20 que 100 que pongan $2 y no se da cuenta del error, de lo que pierde. Gimnasia vende camisetas caras, cobra bonos, no busca convenios, no busca generar espacios y actividades populares que traigan dinero. Solamente, como un enanito, mendiga a la espera de donaciones y sube precios e impone bonos a los socios.

Vamos a construir entre todos un espejo, un espejo bien grande que el gigante se de cuenta quién es, que actúe pensando como gigante, que sueñe con proezas gigantes, que no es sólo el problema de una comisión, ni de varias, es de todos los que piensan que Gimnasia no puede, no merece, tiene mala suerte, no sirve nada de lo que hace su gente. Es el problema de los que no ven que no importa que cambie la figurita de turno, porque lo que tiene que cambiar es el modelo, la forma de hacer las cosas.
Da lo mismo el nombre del presidente, sus modales, su edad, la plata que tenga en el bolsillo, si a la hora de ser directivo: piensa en una “casita” para enanos, va por el atajo para no cansarse por el camino, le echa la culpa siempre a otros, no sabe comunicar ni informa a los socios con franqueza, no puede gestionar un sólo espacio nuevo que genere ingresos y se repite el mismo sistema de traer varios jugadores, a préstamo y no priorizar las inferiores. Cambiar de nombre no sirve, hay que cambiar la manera de gestionar el club. Dejar de pensar a Gimnasia como enano, porque Gimnasia, aunque no se termine de dar cuenta, es un gigante.
- Rafael Ton -

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